LA ILUSIONISTA
«Me nombraron Melina, no elegí ser nombrada Melina. Y así y todo, aquí estoy en la escena.»
En La ilusionista Melina interpela a Melina. Si las palabras impactan en el cuerpo, dejan huella, ¿qué le hicieron al suyo? ¿Qué hay de ella en quién es? Vemos a una mujer al borde de la escena, de su escena. La seguimos con la mirada, ¿cómo pararse en los propios pies?.La escena se abre como un juego, una fiesta para uno en compañía de los demás. Acciones precisas y sugerentes relatos llegan, pasan, resuenan…Las vivencias personales salen a flor de piel, un cumple, un gusto, un susto, un secreto, un malentendido. Melina es nombrada Melina ¿o se nombra Melina? al escucharla cada uno es invitado a conectar con lo propio y distinto de sí. El público es testigo del juego escénico de aparecer y desaparecer, de la ilusión de estar en el propio cuerpo ¿Si alguien está en sus pies, le recuerda a uno que está parado sobre los suyos?